Unión.
Cuando estaba en un llano
inerte, muriendo, sin corazón,
mi alma me despertó de un golpe,
tomo mis solapas y me zarandeo.
Así casi sin vida
desperté, reviví,
tome un ave mensajera,
le dicte y la envié.
Cruzó mares, cordilleras,
fronteras, aduanas,
guerras, veranos,
paz e inviernos.
Entrego el mensaje,
mi mensaje y murió,
dejando una estela,
que marco el camino a seguir.
Entonces emprendí el camino
me llene de vida y valor
temiendo lo peor,
aun creyendo en mi salvación.
A mitad de camino,
padeciendo pero vivo,
lo encontré alegre, exhausta,
alegre por amar mi vuelta.
Tomamos nuestras manos,
unimos nuestras bocas,
abrazamos nuestras almas,
juntos nos hundimos en la mar.
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Diego
Hernán Raquita
03-10-2014
Buenos Aires, Argentina
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